Prolegómenos a la Doctrina del Crimen
domingo, 23 de diciembre de 2007
"¿Vas con mujeres? No olvides el látigo" Nietzsche
martes, 4 de diciembre de 2007
Amo y esclavo
viernes, 2 de noviembre de 2007
Teratología I: el monstruo y lo teológico
“Había en la ciudad un monstruo humano de cuyo pecho sobresalían la cabeza y de la espalda un pie de un hermano suyo inserto internamente; había nacido en Génova en 1617 y los llamaban al mayor Lázaro y al menor Juan Bautista. Como se dudaba si fueran dos hombres o uno sólo y si deberían bautizarlos en plural o en singular, Caramel fue llamado a dar su opinión, llegó y lo apretó con gran fuerza. El joven gritó y Juan preguntó la razón de su grito repentino. Él respondió que era tanto el dolor que no podía sufrirlo. En seguida tomó el pie que sobresalía por la espalda y lo torció fuertemente, la cabeza que se asomaba por el pecho empezó a inquietarse y luego a gritar, pues no podía hablar. Preguntado Lázaro, respondió que no sentía ninguna pena. Infirió Caramuel que eran dos cuerpos y dos almas, y por lo tanto dos hombres, y en consecuencia o deberían ser bautizados en plural o bajo dos formas singulares, bautizando primero al uno y después al segundo”.
Dos causas de lo monstruoso sobresalen entre las dadas por Ambroise Piere en su tratado de Teratología: la primera causa del monstruo es la grandeza de Dios, la segunda, su cólera. Lo monstruoso es aquello que en la naturaleza pertenece a una especie formada por un miembro único. El monstruo carece de genealogía, y está, en rigor, fuera de lo natural, pues para que pueda verificarse la existencia de algo en la naturaleza es necesario aguardar a su reproducción. El monstruo es una centella, una excepción que apunta a una excepción mayor y fundadora: lo divino. Esta excepción es la cumbre desnuda desde la que puede leerse el mundo, cumbre que coincide con la Melancolía: lo que Gracián llamó la contracifra de las cosas. Lo monstruoso, en lo que nos esforzamos por leer un vestigio de sentido, apunta a que el Universo es secretamente una Anamorfosis, a que es una excepción y no un orden, a que es sólo una de sus apariciones. De ahí que el Todo sea esencialmente lo monstruoso, la serpiente que se devora a sí misma, Uroboros. La Naturaleza verdadera es el camino del Teratólogo y del Buscador de Monstruos. Ya señala sus propósitos Eusebio Nieremberg en su Oculta filosofía (1633): “Si toda la contemplación de la naturaleza es apacible y gustosa, aun con su primera vista y considerada sólo por la corteza, mucho más amena y agradable será cuando se penetran sus secretos y se entra en lo hondo de sus misterios. Ahora tomaremos más de propósito esta empresa, violaremos su más sagrado retiro, llegaremos a lo arduo, lo dificultoso, a lo inaccesible, a su mayor sacramento que es la simpatía y antipatía, como hablan los Griegos; esto es, una secreta conformidad y aversión que hay en las cosas conque se ejecutan efectos admirables por lo extraordinario y anómalo que tienen a la vista, y lo invisible y oculto de sus causas”lunes, 1 de octubre de 2007
Hadji Murat
Merece la pena capital. Pero gracias a Dios, la pena capital no existe en Rusia y no seré yo quien la instaure. Se le hará pasar doce veces entre dos filas de mil hombres.-Nicolás I
Y firmó, haciendo una rúbrica enorme y artificiosa.
El emperador sabía que doce mil latigazos constituían no sólo la muerte segura, una muerte atroz, sino también una crueldad superflua, ya que cinco mil bastaban para matar al hombre más fuerte. Pero le agradaba ser implacablemente cruel, lo mismo que le complacía pensar que en Rusia no existía la pena de muerte".
Tólstoi, Hadji Murat
viernes, 7 de septiembre de 2007
Comentario al apólogo de Chuang Tsu
Apólogo sobre el Lingchi, de Chuang-Tsu
“Lo único que no debemos hacer es entrometernos con el corazón humano. El hombre es como una fuente: si la tocas, se enturbia, si pretendes inmovilizarla, su chorro será más alto. Puede ser tan ardiente como el fuego más vivo; puede ser tan frío como el hielo mismo. Tan rápido es que, en un instante, puede darle la vuelta al mundo; en reposo, es como el lecho de un estanque; activo, es poderoso como el cielo. Un caballo salvaje que nadie doma: eso es el hombre. El primer entrometido fue el Emperador Amarillo, que enseñó la virtud y la benevolencia. Yao y Shun lo siguieron; trabajaron hasta perder las fuerzas, se rompieron el alma con incesantes actos de bondad y justicia; se exprimieron los sesos para redactar innumerables proclamas y leyes. Nada de esto mejoró a la gente. (...) De ahí en adelante, la decadencia se hizo universal. Los poderes naturales del hombres se desviaron, sus facultades innatas se corrompieron. En todas partes se empezó a admirar el “conocimiento” y la gente del común se volvió lista y taimada. Nada permaneció en su estado natural. Todo tuvo que ser cortado y aserrado conforme a un modelo fijo, dividido justo en donde la línea de tinta lo marcaba, triturado a golpe de cincel y martillo, hasta que el mundo entero se convirtió en innumerables fragmentos. Caos y confusión. ¡Y todo esto sucedió por inmiscuirnos en el alma de los hombres!
Aquellos que se dieron cuenta de la locura de estos métodos, huyeron a las montañas y se escondieron en cuevas inaccesibles; y los grandes señores se sentaron temblando en sus viejos palacios. Hoy, cuando los cuerpos de los descuartizados se apilan unos sobre otro; cuando a los prisioneros , encorvados y en cadenas se les empuja en manadas; cuando los contrahechos y los mutilados tropiezan uno con otro, los seguidores de Confucio y Mo-Tsu no encuentran otro remedio que, a horcajadas sobre los aherrojados, levantar las mangas de sus camisas y darse de golpes en la cabeza. Su impudicia es increíble. Casi podría afirmar que la santidad y la sabiduría han sido el cerrojo y la llave de los grilletes que aprisionan al hombre, virtud y benevolencia, las cadenas y cepos que los mantienen inmóviles. Sí, casi podría creerse que los virtuosos Tseng y Shi fueron las flechas que anunciaron la llegada del tirano Chieh y el bandido Chih."
lunes, 6 de agosto de 2007
Escolio al cadáver como objeto simbólico
(...) Indeed this counsellor
Is now most still, most secret and most grave,
Who was in life a foolish prating knave.
(Acto III, escena IV)
sábado, 4 de agosto de 2007
Cadáver y Alegoría en el Barroco
El mapa de las Tinieblas
martes, 31 de julio de 2007
Un Mapa de las Tinieblas: hacia la Cartografia del Progreso
Anotaciones al margen del Mapa de las Tinieblas
jueves, 26 de julio de 2007
La vida de los hombres infames
Confesión autógrafa de Pierre, culpable del asesinato de su familia, testimonio analizado por Foucault en Los hombres infames