Prolegómenos a la Doctrina del Crimen

Toda sabiduría sucumbe bajo la vista de su emblema: el único emblema del hombre es el cadáver. En estas líneas no nos ocuparemos, pues, del hombre, sino de sus contrafiguras, de lo que en él apunta hacia una heráldica. Con ello esperamos que el espíritu, mudo para unos, hablará para nosotros. Haremos una anatomía filosófica del crimen y la crueldad a través de la Historia y el Arte, desplegada sobre un andamiaje teórico en el que prevalezca el buen gusto: Aristóteles, Shakespeare, Milton, Leibniz, Poe, De Quincey, Schopenhauer, Stevenson, Borges, Benjamin, Foucault, Deleuze. Una colección de fragmentos monádicos cuyo fin es configurar las constelaciones de lo eidético, único testigo posible de la invocación de lo humano bajo la sombra de una nueva Noche.

martes, 31 de julio de 2007

Anotaciones al margen del Mapa de las Tinieblas

El Progreso no es moderno: es antiguo y preexiste, porque su tempestad viene del Paraíso, como señaló Benjamin. El progreso es una acumulación de ruinas sobre ruinas y la primera ruina es el cadáver (..."al fin conocí a mi predecesor: la hierba que crecía a través de sus costillas era tan alta que escondía sus huesos"...). En el cadáver la inmediatez pierde prehistoria y nombre, y el que lo mira por primera vez se convierte en el desaparecido. El desaparecido es el hombre bajo el Progreso y carece de nombre. El acto fundacional del progreso no es el crimen del conquistador sobre el salvaje (..."y entonces golpeó al viejo negro sin piedad"...) sino el propio crimen del salvaje sobre el conquistador, porque con ese crimen el salvaje se convierte en su contemporáneo (..."y entonces, lo atravesó con facilidad por entre los omóplatos"). Por ese crimen ambos se vuelven hombres que se reconocen. Para Conrad, tan sólo basta mirar el cadáver (that unnatural being) para que los salvajes conozcan que han sido alcanzados por la causa del progreso. El crimen no clama justicia: la justicia del crimen es el Progreso. El Progreso no necesita agentes: necesita testigos. No hay resistencia: hay reconocimiento. Sólo la estirpe de los asesinos fundará la ciudad: "...padres de los que habitan en tiendas y crían ganados, […] padres de todos los que tocan arpa y flauta, […] artífices de toda obra de bronce y de hierro, […] pues un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe, y si siete veces será vengado Caín, setenta y siete veces sus asesinos lo serán." La civilización transcurre bajo el silencio de un horror sagrado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, yo sólo quiero comentar que el blog propone un tema interesante : "Haremos una anatomía filosófica del crimen y la crueldad a través de la Historia y el Arte"

y proponen tratar con ciertos autores...

sin embargo, sólo he reconocido pocas cosas que no se pierden en el abismo de mi confusión.

Sería interesante que desarrollaran las ideas, para atar cabos y que todo quede claro.

En general me gustaron algunas de las cosas que plantean aúnque esta enredado.

"tal excelencia, si se plantea como pretérita a la mirada misma, y a la labor que el pensamiento ejerce sobre esa mirada, anula la promesa de su plenitud"


Comentario de un profano...