Prolegómenos a la Doctrina del Crimen

Toda sabiduría sucumbe bajo la vista de su emblema: el único emblema del hombre es el cadáver. En estas líneas no nos ocuparemos, pues, del hombre, sino de sus contrafiguras, de lo que en él apunta hacia una heráldica. Con ello esperamos que el espíritu, mudo para unos, hablará para nosotros. Haremos una anatomía filosófica del crimen y la crueldad a través de la Historia y el Arte, desplegada sobre un andamiaje teórico en el que prevalezca el buen gusto: Aristóteles, Shakespeare, Milton, Leibniz, Poe, De Quincey, Schopenhauer, Stevenson, Borges, Benjamin, Foucault, Deleuze. Una colección de fragmentos monádicos cuyo fin es configurar las constelaciones de lo eidético, único testigo posible de la invocación de lo humano bajo la sombra de una nueva Noche.

lunes, 1 de octubre de 2007

Hadji Murat


"Chernishev había oído decir a Nicolás I más de una vez que, cuando debía resolver un asunto de importancia, le bastaba concentrarse unos segundos para que le inspirara el Espíritu Santo. Y siempre hallaba la solución justa. Era como si una voz interior le dictara lo que debía hacer. En aquel momento reflexionó sobre la manera de satisfacer el sentimiento de odio que le inspiraban los polacos, reavivado por el caso del estudiante, y la voz interior le dictó la siguiente decisión, que puso al margen del informe con su letra ampulosa:

Merece la pena capital. Pero gracias a Dios, la pena capital no existe en Rusia y no seré yo quien la instaure. Se le hará pasar doce veces entre dos filas de mil hombres.-Nicolás I

Y firmó, haciendo una rúbrica enorme y artificiosa.
El emperador sabía que doce mil latigazos constituían no sólo la muerte segura, una muerte atroz, sino también una crueldad superflua, ya que cinco mil bastaban para matar al hombre más fuerte. Pero le agradaba ser implacablemente cruel, lo mismo que le complacía pensar que en Rusia no existía la pena de muerte".

Tólstoi, Hadji Murat